miércoles, 7 de diciembre de 2011

``EL NIÑO ALEGRE Y LA SOCIEDAD´´

Hola amigos, aquí teneis un cuento, dirigido especialmente a los niños pequeños, o no tanto, pero lo he hecho pensando un poco en ellos.Es un poco largo quizás.

Cualquier parecido de lugares, nombres, o cosas, son o pueden ser pura casualidad.
Ahí va:



EL NIÑO ALEGRE Y LA SOCIEDAD

Erase una vez, en un lugar cercano al que estás ahora, y en un año no tan cercano..... Un niño.
 Sí, un niño. Ese niño no era especial, no tenía superpoderes, ni una inteligencia superior a la media, ni era el más fuerte o alto del poblado en el que vivía. Era un niño tímido, reservado y hacía todo lo que suele hacer un niño de tu edad. Le podéis llamar Pablo, o Juan, Rudolfo, o quizás Ezequiel. Pero yo le quiero llamar Giulio.
Giulio vivía en un poblado en el que la gente se relacionaba poco, y había siempre mal rollo y pelea entre sus habitantes.
Él iba a una bonita escuela, un poco lejos del poblado, pero iba en un borrico de pelo sedoso y gris como la luna al que tenía mucho cariño y al que hablaba todos los días, y además la escuela estaba rodeada de frescos y bonitos manzanos.
Un día vino un profesor nuevo, era alto, fuerte, jugaba muy bien al dominó y derramaba chulería por todas partes. Su primera clase fue como todas las demás, explicando lo que iba a hacer en su asignatura, que era geografía e historia.

 Un día les mandó un trabajo. Tenían que dar ideas sobre qué hacer para mejorar el poblado. Nadie dijo nada bueno, pero al llegar a Giulio, él le dijo:
-Que todos fuésemos amables, alegres, y nos ayudásemos unos a otros.
El profesor cogió aire, y soltó la carcajada más grande y larga que jamás había soltado. Y algunos de la clase le siguieron, ya que eran unos pelotas. Al acabar de reírse, y con las lágrimas aún en los ojos le dijo que aquello era muy muy cursi, e intentando ponerse serio le soltó:
``Aunque hubieses dado una buena idea, no te habría servido de nada, ya que  no eres nada para la sociedad. Ni tú ni todos los demás alumnos de esta clase.´´
Lo soltó rápido como un bufido, como si no tuviese mayor importancia. Pero a Giulio, que solía pensar en las cosas que le decían los profesores, le sentó como una coz, veloz y dolorosa, y esta frase se le quedó en la cabeza, en la parte donde guardaba las cosas que pensaba después, por la noche o cuando estaba empanado, que era cuando más y mejor pensaba.
 Y exactamente aquella noche en la mullida cama de paja decidió hacer algo al respecto, al fijarse en lo mal que se trataban unos a otros en el poblado y por lo que le había dicho su profesor.
 Por la mañana, al volver al colegio le propuso a su mejor amigo, que se llamaba José, y  al que apodaban `` La vieja´´ por lo fea que era su prima, ayudar a Juan, el carpintero del pueblo que les caía muy bien, su amigo accedió. Ese sábado fueron hasta el espeso bosque los dos y transportaron leña de un lugar a otro con la ayuda de Juan, al final valoraron su trabajo. José dijo que estaba extenuado y que no podría seguir ni un segundo más, en cambio Giulio siendo optimista dijo que había adelgazado 2 kilos, que se lo habían pasado bien y que se sentía feliz por ayudar a Juan. José viéndolo desde ese punto de vista pensó que tenía razón. Ya se iban cuando Juan se les acercó y les dijo que le habían ayudado muy bien, y qué querían, ya que no estaba acostumbrado a que la gente hiciese algo sin pedir nada a cambio. Giulio, que ya tenía preparada la respuesta le dijo:
- Sé amable y ayuda a alguien más.
Juan se quedó pasmado ante lo que le había dicho, y sabiendo que estaba en deuda con él se puso a pensar en qué podía ayudar a alguien. Al acabar la faena se dirigió a casa, pasando por al lado de la casa del pescador Amador, que como todos los del pueblo entre ellos se llevaban mal. Amador en ese momento salía de llevar el pescado al mercado. Juan se paró un momento. Y cuando Juan y Amador se dirigieron una mirada, hizo fuerza con unos  músculos de la boca que nunca utilizaba y esbozó una pequeña sonrisa mientras decía en un susurro: 
-Hola.
- ¡¿qué has dicho!? - gritó Amador pensando que le había insultado.
-He dicho hola.  -siguió hablando en voz baja-
Amador no le dio importancia, ya que creía que se estaba burlando de él. En cambio Juan había descubierto en qué podía ayudar a Amador.
Todos los días cuando regresaba del trabajo saludaba a Amador, el cual fue dejando poco a poco la idea de que se estaba burlando de él.

José, el amigo de Giulio pensó que le había gustado ayudar a Juan, el carpintero.
Ese mismo día Juan se encontró por el poblado con Giulio y le dijo que estaba haciendo todos los días con Amador. Giulio le pareció muy bien, ya que no se esperaba que en ese poblado nadie hiciese por nadie nada, aunque tan solo hubiese sido una sonrisa y un ``hola´´ todos los días.
 En ese preciso instante se iluminó, tuvo una idea...
-Vale-(respondió José)- si quieres podemos ayudar a Amador a recoger el pescado, se lleva mal con mi padre, pero si tú me lo pides, además seguro que no rechazará un poco de ayuda.
Gastaron toda la tarde ayudando a Amador. Cuando llegó la hora de preguntar qué querían a cambio, Giulio le dijo:
-Contesta amablemente a quien te salude- y se fue por donde había venido.
Por la tarde Juan, el carpintero, como todos los días saludó a Amador, sin esperar respuesta a cambio. Amador se dio cuenta de que ese momento era al que se refería Giulio:
-¿Por qué lo haces?-preguntó.
A Juan la pregunta le pilló desprevenido.
-¿el qué?- respondió para ganar un poco de tiempo para pensar.
- El qué va ser, saludarme todos los días, por la mañana cuando vas a trabajar, por la tarde cuando vas y vuelves para comer y a la noche cuando te vas a descansar. Si nunca te respondo.
Juan le respondió:
-Prefiero pensar que eres sordo, a que eres maleducado.
Amador se quedó pensando un poco. Mientras, los dos, seguían de pie.
 Amador tuvo que buscar en su vocabulario y encontró la palabra adecuada, sí aquella que jamás había utilizado, aquella que tantas veces en el poblado se debería de haber utilizado:
-Lo siento.
Después cada uno volvió a sus respectivas casas, pero volvían cambiados. Amador invitó a cenar a Juan a su casa. Y Juan arregló las redes de Amador. Desde aquel momento surgió una bonita amistad, se fueron conociendo, se dieron cuenta de que tenía muchas cosas en común, se volvieron , por primera vez en la vida alegres, e igual que las cosas malas se contagian, la felicidad de estos dos personajes se contagiaron poco a poco por el pueblo.
Mientras, Giulio, todos los días seguía haciendo lo mismo con los demás, repartiendo sonrisas, y forjando lazos de unión cada vez más fuertes entre los habitantes.
Las personas que aún  no eran sociables despertaban su lado más codicioso, la envidia.
¿Porqué Clara la sastre y Pedro (el padre de Giulio) el médico son felices?
¿O Rita, o Honorato el herrero, o el barrigudo de Rafa?
¿O Felicio, o la delgada Ofelia (la madre de José)?
Entonces se iban fijando en lo que le hacía especiales: esta sonrisa,  cuando Pedro cura la herida de Honorato, cuando Rafa prepara aquella comida tan buena a la familia de Felicio, o el paseo en barca de Amadeo con Juan a la salida del sol......
Más temprano que tarde todos reaccionaron, copiaban los buenos hábitos, y al hacerlo copiaban sobretodo felicidad y amistad. Con todo esto las peleas y el mal humor  descendieron.
Pronto todo el mundo había desatascado los músculos de la sonrisa.


En el pueblo solía darse un premio, era al mejor ciudadano. Como antes solían ser todos malos se le solía dar a un profesor, ya que como enseñaba se suponía que ayudaba a los alumnos. Ese año, cuando el alcalde estaba a punto de entregar el premio ante una multitud de gente  al profesor que había venido nuevo ese año (sí, el chulo, que con su frase hizo que Giulio cambiase a los habitantes del pueblo), se fijó en un niño de más o menos tu edad y tu altura, que vivía en un lugar cercano al que estás tú ahora, y en un tiempo no tan cercano.... llamado Giulio.
¿A quién se lo debería de dar?-pensó-
Luego reflexionó y cambió la pregunta:
¿Quién ha mejorado a todos los habitantes de este pueblo?
Y sin dudarlo un segundo más, y para asombro del profesor dijo:
-¡Giulio, héroe del pueblo y causa de nuestra alegría, acércate a recoger el premio que te mereces!
La multitud estalló en vítores, los niños pelotas lloraban, Amador , el pescador le tiró una merluza al profesor que le dio en toda la cara y le hizo retroceder tres o cuatro pasos hasta que se cayó fuera del estrado, José aprendió a silbar muy fuerte, y yo a hacer el pino. Giulio ya formaba parte muy grande de la sociedad.

Y colorín colorado, la alegría y la generosidad en el pueblo han comenzado....


PD: Al principio he dicho que al protagonista lo puedes llamar como quieras, y ¡¡es que es verdad!!. El, protagonista puedes ser tú, el poblado tu propia ciudad, y la gente tus personas de alrededor. No tienes que esperar a que nadie te lo diga, a Giulio nadie le dijo lo que tenía que hacer. Un consejo, tú siembra sonrisas, seguro que tarde o temprano te lo agradecerán, o te regalarán una.
Una sonrisa no cuesta dinero, pero tiene una fuerza enorme...



1 comentario:

  1. ¡¡¡Animo Giulio!!!
    Sigue leyendo y escribiendo.
    Saludos de otra blogera a la que le gustan las bonitas historias.

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