sábado, 10 de diciembre de 2011

COMIDA DE PATO


Hola acabo de escribir otra poesía,
habla sobre patos intoxicados, empleados, presidentes......

Bueno, aquí lo teneis,
que lo disfruteis.

COMIDA DE PATO


El estirado y flaco,
Señor Paco,
abrió la puerta,
de la tienda,
buscando una reyerta.

Avanzó un metro,
buscando dejar al responsable en el féretro,
Y dijo al empleado.
¡Usted la ha fastidiado!

El empleado,
que estaba asustado, le dijo:

¿Qué pasa?
si cuando habla me grita,
váyase a su casa.

Pues ahora se lo voy a explicar,
y luego seguramente denunciar.

La cuestión que me ofende un montón es que:
¡¡¡¡La comida de mi pato,
sabe a la de gato!!!!

Eso no es normal- dijo el empleado-
¡Es un problema fatal!

¡Claro que es fatal!
Y ahora mi gato se encuentra mal....

¡Qué mala pata ha tenido el pato!
-dice el empleado-

Primero habrá que investigar,
después, ya a quienquiera
Podrá culpar.

Y dijo Paco:
No estoy tranquilo,
y mi pato me mantiene en vilo.

Llamaré a....-dijo el empleado-

Llame a quienquiera
- le interrumpió preocupado Paco-
y utilice la mollera.

Llamaré al que de esta empresa está al frente:
El señor Presidente.

Así que el empleado coge el móvil,
mientras Paco permanece inmóvil.

El empleado cuenta el problema a Vicente,
El señor Presidente.

Páseme a Paco dice Vicente.

Paco coge cansado el aparato,
lleva en la tienda un buen rato.

La comida de gato,
es más barata que la de pato- le cuenta Vicente-.

Nunca ha pasado nada,
con darle comida de gato a un pato.
Lo hacemos para abaratar.

¿Qué me cuenta sobre Avatar?
-pregunta el semisordo señor Paco-

Abaratar - le responde Vicente-

Ya pero el problema,
 es que a mi pato lo va a matar- responde Paco-

Tiene un pato muy sensible
-le dice Vicente-
Pero la consecuencia de su enfermedad,
 es imprevisible.
Quizás le salgan dos cabezas,
O ya no pueda comer cerezas.

Mire Vicente,
 me tiene caliente.....

Vale, vale,
-dice Vicente-
Ahí va la solución:

A su pato sanaremos,
Y a usted,
Con 15000 euros,
la alegría devolveremos.
Además tendrá toda la comida DE PATO,
que quiera.
Haga esto o denúncienos,
lo que prefiera.

No les denunciaré, es buena solución.
-responde Paco-

Y dice Vicente:
Se lo agradecemos un montón.

Y Paco sale y tacha de su agenda:
``ir a quejarse a la tienda´´

Después de dos meses vemos a Paco con su pato en Pisa,
Con 15000 euros en una tarjeta Visa,
Y los dos,
 con una amplia sonrisa.


viernes, 9 de diciembre de 2011

LEER ESTÁ DE MODA





ESTE VÍDEO ESTÁ DEDICADO A LOS NATIVOS DIGITALES
DE TODAS FORMAS ESPERO QUE NO TENGAN QUE VERLO, QUE YA CONOZCAN A ``LOS BOOKS´´.
Hola amigos, he escrito un breve relato, una pequeña descripción que formará parte de un cuento largo, aún no lo escribiré, tardaré aún mucho tiempo, por ahora si lo quereis ver allá va:


PARÍS,  FRÍO,  BELLEZA.
Descorrí las cortinas y la luz lo invadió todo, la imagen de la torre Eiffel no era muy  nítida, aún teniéndola a escasos cien pasos de mi casa. Abrí las ventanas. El viento, frío y punzante, entró recorriendo toda la habitación, provocándome un escalofrío. Me abrigué con mi sweater de lana y me dirigí al baño. Abrí el grifo de un golpe según la rutina tradicional, me mojé la cara. Volví a mi cuarto con la cara chorreando, ahora sí que se veía claramente a la colosal dama de hierro. Esbelta, nada insignificante, firme como una roca, pero siempre inquieta.
De mi larga melancolía me despertó el olor a deliciosos croissants crujientes y calientes, de la centenaria panadería, a dos manzanas de mi casa. Bajé de dos en dos las escaleras montando mucho alboroto y haciendo saltar a mi hermano pequeño de la cama. Después de la típica comparación con una estampida de elefantes de mi madre le deseé buenos días y me senté a la antigua mesa de madera donde un café humeante le esperaba a mi padre. Al terminar con tales manjares deliciosos y franceses, me cogí una chaqueta, una bufanda bien gruesa, abrí la puerta y desaparecí entre la espesa niebla parisina de un día de invierno cualquiera.
                                  

Espero que os haya gustado, hasta otra...

miércoles, 7 de diciembre de 2011

``EL NIÑO ALEGRE Y LA SOCIEDAD´´

Hola amigos, aquí teneis un cuento, dirigido especialmente a los niños pequeños, o no tanto, pero lo he hecho pensando un poco en ellos.Es un poco largo quizás.

Cualquier parecido de lugares, nombres, o cosas, son o pueden ser pura casualidad.
Ahí va:



EL NIÑO ALEGRE Y LA SOCIEDAD

Erase una vez, en un lugar cercano al que estás ahora, y en un año no tan cercano..... Un niño.
 Sí, un niño. Ese niño no era especial, no tenía superpoderes, ni una inteligencia superior a la media, ni era el más fuerte o alto del poblado en el que vivía. Era un niño tímido, reservado y hacía todo lo que suele hacer un niño de tu edad. Le podéis llamar Pablo, o Juan, Rudolfo, o quizás Ezequiel. Pero yo le quiero llamar Giulio.
Giulio vivía en un poblado en el que la gente se relacionaba poco, y había siempre mal rollo y pelea entre sus habitantes.
Él iba a una bonita escuela, un poco lejos del poblado, pero iba en un borrico de pelo sedoso y gris como la luna al que tenía mucho cariño y al que hablaba todos los días, y además la escuela estaba rodeada de frescos y bonitos manzanos.
Un día vino un profesor nuevo, era alto, fuerte, jugaba muy bien al dominó y derramaba chulería por todas partes. Su primera clase fue como todas las demás, explicando lo que iba a hacer en su asignatura, que era geografía e historia.

 Un día les mandó un trabajo. Tenían que dar ideas sobre qué hacer para mejorar el poblado. Nadie dijo nada bueno, pero al llegar a Giulio, él le dijo:
-Que todos fuésemos amables, alegres, y nos ayudásemos unos a otros.
El profesor cogió aire, y soltó la carcajada más grande y larga que jamás había soltado. Y algunos de la clase le siguieron, ya que eran unos pelotas. Al acabar de reírse, y con las lágrimas aún en los ojos le dijo que aquello era muy muy cursi, e intentando ponerse serio le soltó:
``Aunque hubieses dado una buena idea, no te habría servido de nada, ya que  no eres nada para la sociedad. Ni tú ni todos los demás alumnos de esta clase.´´
Lo soltó rápido como un bufido, como si no tuviese mayor importancia. Pero a Giulio, que solía pensar en las cosas que le decían los profesores, le sentó como una coz, veloz y dolorosa, y esta frase se le quedó en la cabeza, en la parte donde guardaba las cosas que pensaba después, por la noche o cuando estaba empanado, que era cuando más y mejor pensaba.
 Y exactamente aquella noche en la mullida cama de paja decidió hacer algo al respecto, al fijarse en lo mal que se trataban unos a otros en el poblado y por lo que le había dicho su profesor.
 Por la mañana, al volver al colegio le propuso a su mejor amigo, que se llamaba José, y  al que apodaban `` La vieja´´ por lo fea que era su prima, ayudar a Juan, el carpintero del pueblo que les caía muy bien, su amigo accedió. Ese sábado fueron hasta el espeso bosque los dos y transportaron leña de un lugar a otro con la ayuda de Juan, al final valoraron su trabajo. José dijo que estaba extenuado y que no podría seguir ni un segundo más, en cambio Giulio siendo optimista dijo que había adelgazado 2 kilos, que se lo habían pasado bien y que se sentía feliz por ayudar a Juan. José viéndolo desde ese punto de vista pensó que tenía razón. Ya se iban cuando Juan se les acercó y les dijo que le habían ayudado muy bien, y qué querían, ya que no estaba acostumbrado a que la gente hiciese algo sin pedir nada a cambio. Giulio, que ya tenía preparada la respuesta le dijo:
- Sé amable y ayuda a alguien más.
Juan se quedó pasmado ante lo que le había dicho, y sabiendo que estaba en deuda con él se puso a pensar en qué podía ayudar a alguien. Al acabar la faena se dirigió a casa, pasando por al lado de la casa del pescador Amador, que como todos los del pueblo entre ellos se llevaban mal. Amador en ese momento salía de llevar el pescado al mercado. Juan se paró un momento. Y cuando Juan y Amador se dirigieron una mirada, hizo fuerza con unos  músculos de la boca que nunca utilizaba y esbozó una pequeña sonrisa mientras decía en un susurro: 
-Hola.
- ¡¿qué has dicho!? - gritó Amador pensando que le había insultado.
-He dicho hola.  -siguió hablando en voz baja-
Amador no le dio importancia, ya que creía que se estaba burlando de él. En cambio Juan había descubierto en qué podía ayudar a Amador.
Todos los días cuando regresaba del trabajo saludaba a Amador, el cual fue dejando poco a poco la idea de que se estaba burlando de él.

José, el amigo de Giulio pensó que le había gustado ayudar a Juan, el carpintero.
Ese mismo día Juan se encontró por el poblado con Giulio y le dijo que estaba haciendo todos los días con Amador. Giulio le pareció muy bien, ya que no se esperaba que en ese poblado nadie hiciese por nadie nada, aunque tan solo hubiese sido una sonrisa y un ``hola´´ todos los días.
 En ese preciso instante se iluminó, tuvo una idea...
-Vale-(respondió José)- si quieres podemos ayudar a Amador a recoger el pescado, se lleva mal con mi padre, pero si tú me lo pides, además seguro que no rechazará un poco de ayuda.
Gastaron toda la tarde ayudando a Amador. Cuando llegó la hora de preguntar qué querían a cambio, Giulio le dijo:
-Contesta amablemente a quien te salude- y se fue por donde había venido.
Por la tarde Juan, el carpintero, como todos los días saludó a Amador, sin esperar respuesta a cambio. Amador se dio cuenta de que ese momento era al que se refería Giulio:
-¿Por qué lo haces?-preguntó.
A Juan la pregunta le pilló desprevenido.
-¿el qué?- respondió para ganar un poco de tiempo para pensar.
- El qué va ser, saludarme todos los días, por la mañana cuando vas a trabajar, por la tarde cuando vas y vuelves para comer y a la noche cuando te vas a descansar. Si nunca te respondo.
Juan le respondió:
-Prefiero pensar que eres sordo, a que eres maleducado.
Amador se quedó pensando un poco. Mientras, los dos, seguían de pie.
 Amador tuvo que buscar en su vocabulario y encontró la palabra adecuada, sí aquella que jamás había utilizado, aquella que tantas veces en el poblado se debería de haber utilizado:
-Lo siento.
Después cada uno volvió a sus respectivas casas, pero volvían cambiados. Amador invitó a cenar a Juan a su casa. Y Juan arregló las redes de Amador. Desde aquel momento surgió una bonita amistad, se fueron conociendo, se dieron cuenta de que tenía muchas cosas en común, se volvieron , por primera vez en la vida alegres, e igual que las cosas malas se contagian, la felicidad de estos dos personajes se contagiaron poco a poco por el pueblo.
Mientras, Giulio, todos los días seguía haciendo lo mismo con los demás, repartiendo sonrisas, y forjando lazos de unión cada vez más fuertes entre los habitantes.
Las personas que aún  no eran sociables despertaban su lado más codicioso, la envidia.
¿Porqué Clara la sastre y Pedro (el padre de Giulio) el médico son felices?
¿O Rita, o Honorato el herrero, o el barrigudo de Rafa?
¿O Felicio, o la delgada Ofelia (la madre de José)?
Entonces se iban fijando en lo que le hacía especiales: esta sonrisa,  cuando Pedro cura la herida de Honorato, cuando Rafa prepara aquella comida tan buena a la familia de Felicio, o el paseo en barca de Amadeo con Juan a la salida del sol......
Más temprano que tarde todos reaccionaron, copiaban los buenos hábitos, y al hacerlo copiaban sobretodo felicidad y amistad. Con todo esto las peleas y el mal humor  descendieron.
Pronto todo el mundo había desatascado los músculos de la sonrisa.


En el pueblo solía darse un premio, era al mejor ciudadano. Como antes solían ser todos malos se le solía dar a un profesor, ya que como enseñaba se suponía que ayudaba a los alumnos. Ese año, cuando el alcalde estaba a punto de entregar el premio ante una multitud de gente  al profesor que había venido nuevo ese año (sí, el chulo, que con su frase hizo que Giulio cambiase a los habitantes del pueblo), se fijó en un niño de más o menos tu edad y tu altura, que vivía en un lugar cercano al que estás tú ahora, y en un tiempo no tan cercano.... llamado Giulio.
¿A quién se lo debería de dar?-pensó-
Luego reflexionó y cambió la pregunta:
¿Quién ha mejorado a todos los habitantes de este pueblo?
Y sin dudarlo un segundo más, y para asombro del profesor dijo:
-¡Giulio, héroe del pueblo y causa de nuestra alegría, acércate a recoger el premio que te mereces!
La multitud estalló en vítores, los niños pelotas lloraban, Amador , el pescador le tiró una merluza al profesor que le dio en toda la cara y le hizo retroceder tres o cuatro pasos hasta que se cayó fuera del estrado, José aprendió a silbar muy fuerte, y yo a hacer el pino. Giulio ya formaba parte muy grande de la sociedad.

Y colorín colorado, la alegría y la generosidad en el pueblo han comenzado....


PD: Al principio he dicho que al protagonista lo puedes llamar como quieras, y ¡¡es que es verdad!!. El, protagonista puedes ser tú, el poblado tu propia ciudad, y la gente tus personas de alrededor. No tienes que esperar a que nadie te lo diga, a Giulio nadie le dijo lo que tenía que hacer. Un consejo, tú siembra sonrisas, seguro que tarde o temprano te lo agradecerán, o te regalarán una.
Una sonrisa no cuesta dinero, pero tiene una fuerza enorme...



``UN DÍA MÁS EN EL MAR´´

Un  día más en el mar.........

         Un día más como otro me levanto tranquilamente, como a eso de las cinco de la mañana. Necesito despejar la mente, así que voy andando por las calles solitarias y silenciosas de la ciudad hasta llegar al puerto. Allí, tan sólo hay varios pescadores preparando las redes. Levanto amarras y voy con mi pequeño, y frágil velero mar adentro.  La brisa marina me golpea la cara haciéndome despertar y, recordándome que aún me falta mucho tiempo para volver a tierra firme...
 De repente, me despierto de mis pensamientos, y me doy cuenta de que ya estoy muy lejos de la costa. Dentro de algunas horas el sol saldrá por el este un día más. Pero ahora sólo se oye el ruido de los pesqueros, el tintineo de la blanca vela golpeando el mástil y el graznido de las gaviotas que buscan comida a primera hora de la mañana.
   Al fondo se ven las montañas escarpadas, bajando velozmente hasta tocar casi el mar con sus pies. El mar, a esa ahora, es una balsa de aceite  y puedes ver los bancos de peces, y tocar las frías aguas con las manos. Me fijo en el paisaje, algunos pesqueros, madrugadores que, como siempre, recogen el pescado que luego venderán en la lonja. Desde aquí se divisan las grandes playas de la costa, y algún que otro puntito que, a mi parecer, es un paseante matutino de a diario.
    Esta es mi descripción de un instante donde se respira paz y    tranquilidad a primera hora de la mañana desde el mar, un día más...

``VIAJE EN EL BAÚL´´

VIAJE EN EL BAÚL

En la casa de mi abuelo,
pasó una cosa que aún no acabo de creérmelo.

Cotilleando por el desván,
 encontré un disco del que yo era fan.

Además encontré un baúl,
 Que, curiosamente, era azul.

Por atracción,
en él me metí,
y de repente, desaparecí.

Estaba todo oscuro,
 y había un extraño olor a puro.

(¡¿Cómo el puro de mi abuelo?!)

Una grave voz me preguntó donde quería viajar,
Yo, creyendo que era una broma dije:
¡¡A la Antigua Roma!!

A partir de allí empezó una gran odisea,
y veo normal, que mi hermano pequeño, aún no se lo crea.

Os lo voy a resumir, porque si no,
ya os veo dormir:

En Roma de un olivo cogí una rama,
 y así, alcancé la fama.

Estuve con los espartanos,
esos que a diferencia de los arcos romanos,
tan solo luchaban con las manos.

En la España más mora,
 por ser cristiano,
estuve en una mazmorra.

En la edad medieval,
entre caballeros,
me lo pasé genial.

En cambio,
en la edad industrial,
entre tanta fábrica la pasé fatal.

Más tarde los que apostaban por ordenadores,
 nunca eran los perdedores.

En resumen:
Recorrí todo el mundo,
de una esquina a otra esquina,
 (y también pasando por la China).

Después de pasar grandes y puras aventuras,
Pensé en que hacer, y decidí, por unos días volver.

Cuando del baúl salí,
 vi en mi reloj,
que el tiempo no había pasado,
 que en la máquina del tiempo se había parado.

Tenía que deshacerme de mi espada romana,
bajé del desván, y me encontré con mi abuelo,
que al ver  en mi mano la espada romana,
me envió directamente a la cama.

Desde aquél momento pensé que mi  viejo abuelo Raúl,
 sabía lo del baúl.


Desde la cama le oí reír,
Y los escalones hacia el desván subir.......

UN DÍA EN AQUEL BARRIO

UN DÍA EN AQUEL BARRIO

Aquel día frío de invierno no había muchos problemas en aquel marginado barrio de la ciudad: tres o cuatro pequeños hurtos, alguna pelea callejera, etc. Como cosa que destacar, se habían pasado por el angustioso barrio dos niños, pero no eran los típicos niños de aquel barrio. Se les diferenciaban porque no tenían el bulto de las navajas en los bolsillos, parecían perdidos y no estaban atentos a si alguien les acuchillaba por la espalda. Entraron en una tienda, era pequeña, allí se vendían antigüedades, de no muy cierto origen, seguramente del mercado negro, pero lo ilegal era normal a quince kilómetros a la redonda. Se oyó un fuerte estruendo y un tiro... 

 Las gafas volaron por los aires hasta caer en el escritorio. Sí, habéis escuchado bien, le habían disparado con aquella negra pistola. Su amigo yacía en el suelo, ensangrentado. Se quedó de piedra unos segundos y comprendió lo que tenía que hacer. Salió corriendo por la puerta. El hombre gordo de la pistola le siguió también corriendo. El chico le dio esquinazo a los trescientos metros de aquella siniestra tienda y se metió en un oscuro callejón sin salida. Se quedó acurrucado frente a un basurero, esperando a que, de un momento a otro, se despertase de aquella horrible pesadilla. Juan por fin estaba a salvo, su difunto amigo Pedro no había roto nada a propósito, todo había ocurrido muy deprisa. Los recuerdos florecieron en su mente rápidamente: Pedro rompiendo aquel bonito, delicado y caro jarrón; una cara de asustado; otra cara siniestra de enfado, el hombre levantando la mano; un puñetazo de defensa de Pedro; la mano en el bolsillo del hombre fuera de sus cabales al ver a Pedro intentar huir, lleno de miedo; el disparo; la sangre...; su mirada perdida, apagándose....Un grave gruñido le despertó de sus pensamientos.
 La silueta grande le delató. Era el mismo hombre. No tenía que dejar sospechosos de aquel baño de sangre. Pedro  ya no tenía nada que hacer. Miró temblando la punta  de su pistola y esperó el disparo que marcaba el fin de su vida. Se había quedado bloqueado, y de repente ocurrió una cosa sorprendente, se le llama milagro, o un gran golpe de suerte para los que no crean que existan los milagros. La sombra se derrumbó y detrás de él apareció un hombre fornido con el uniforme de policía con el puño levantado. Tenía un corte que le atravesaba media parte de la cara. Juan se lo contó todo, estaba traumatizado. El policía no parecía sorprendido.  Al trabajar en aquel barrio marginado estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones. El policía decidió llevar a Juan a su casa. Aunque reinó el silencio durante el trayecto, hubo una breve conversación.


-¿Qué hacías tan lejos de tu casa, en los suburbios de la ciudad? –La voz del policía era autoritaria, pero dulce. Una sensación extraña-
-Nos habíamos perdido, entramos a la tienda a preguntar cómo volver y ocurrió lo sucedido                                                                 –Dijo temblándole la voz-
-No sé cómo ha podido hacer eso.... –musitó Juan apagando poco a poco la voz-
-Es el día a día de este barrio, están acostumbrados a la violencia. Si no matan, les matan.
 Por fin llegaron al centro de la ciudad.
Al llegar a casa de su amigo, juzgar por vosotros mismos lo que pasó: lágrimas, desesperación, consternación y la imagen sonriente de Pablo que ya nunca jamás volverían a ver.

``LITERATURA´´

Agencia de viajes:
``La literatura´´

Para viajar como un poeta,
no hace falta usar la maleta.

No cojas el autobús,
con un lápiz y un papel,
puedes llegar hasta él.

Tampoco cojas el barco,
con la imaginación,
no te gastarás un marco.

Con el bolígrafo,
en el viaje,
no pagarás el peaje.

Y con la imaginación,
volar será más fácil
 que con avión.

Leyendo un libro,
el viaje no correrá ningún peligro.

Aventuras correrás,
y al abrir cerraduras,
malos caraduras encontrarás.

¡¡¡ODISEAS SIEMPRE QUE LEAS!!!

Viajar desde la India,
hasta Asturias
sin sufrir muchas penurias.

Espero que leas para que me creas.

MI LEMA:
¡¡¡EL LIBRO NUNCA QUEMA!!!






PD: Si hasta aquí has leído,
y no te he aburrido,
es que tampoco te he mentido.